domingo, 23 de septiembre de 2007

OPINION SOBRE ROBOS EN PALERMO

NUESTROS NIÑOS
En estos últimos días un grupo de niños salió en todos los medios por una serie de robos cometidos a diferentes locales comerciales de la zona de Palermo. La mirada está puesta en la zona, en los chicos, en diferentes delitos y al igual que todas las noticias que son el centro de atención durante un tiempo y después nadie mas habla de ellos, esta no será la excepción.
No podemos dejar de dar nuestra mirada en este caso y para eso queremos aclarar y acercar opiniones y acciones sobre los chicos/as que se encuentran en las calles de la ciudad de Buenos Aires.
La población con la que trabajamos esta conformada por niños/as, adolescentes y jóvenes de entre 6 y 26 años aproximadamente. Son alrededor de noventa chicos y chicas que se agrupan en distintos lugares y plazas en lo que llamamos el ‘corredor norte’, situado desde Puente Pacífico (Juan B. justo y Santa Fe) en el barrio de Palermo hasta la estación Tribunales de la línea ‘D’ de subterráneos. Muchos de ellos provienen de la provincia de Buenos Aires, de las zonas de Moreno, Williams Morris, José C. Paz, San Miguel y Derqui. Allí están sus familias, muchas de ellas numerosas, que conviven en casas precarias en zonas vulnerables, de emergencia, asentamientos o villas. La mayoría de estas familias afronta graves problemas económicos debido, principalmente, a la falta de trabajo de sus integrantes adultos. Otras, en cambio, presentan problemáticas relativas a casos de violencia doméstica, padres presos o padrastros maltratadores.

Algunos chicos vienen hacia la ciudad de Buenos Aires durante el día a pedir monedas en las estaciones de subterráneos o a vender cosas en esquinas de alta circulación. Otros abren puertas de taxis mientras los más grandes cuidan coches en las cuadras aledañas a los complejos de cines, cercanas a bares y paseos. Ellos son los que llamamos chicos en la calle, porque tienen un lugar adonde ir, una familia cercana, y vienen a la ciudad a juntar el dinero que destinan fundamentalmente a la compra de su vestimenta y alimento, al pago de sus entretenimientos y, lamentablemente, al consumo de drogas.

Otros, se encuentran viviendo en la calle estableciendo lo que ellos mismos llaman sus ‘ranchadas’, es decir, los espacios donde tienen un lugar donde dormir, cocinar o parar habitualmente. Son los chicos de la calle, que ya conocen la zona, establecieron contactos con vecinos, comercios, consiguen comida, se organizan. Con frecuencia, algunas de las razones por las que se marchan de sus hogares responden a problemas familiares, la llegada de un padrastro, la muerte de un familiar, la falta de dinero o un alto grado de consumo de alcohol por parte de alguno de los padres. Asimismo, también existen casos de violación, maltrato y abuso sexual.

Un gran porcentaje de la población joven en calle estuvo en algún momento de su vida ‘institucionalizado’, es decir, pasó por institutos de menores, comisarías, hogares, paradores, lugares de tránsito, etc. Algunos transitaron por centros de día que los reciben sólo hasta que cumplen los dieciocho años, después de esa edad ya no pueden ingresar y no encuentran otro lugar donde concurrir.
En este marco, la problemática de la drogadicción es una de las más graves y afecta a todos. Los más chicos (entre 7 y 14 años) tienen adicción al pegamento y lo consumen diariamente. A partir de los 18 años se produce un salto notable hacia el consumo de marihuana, alcohol y pastillas. Como el consumo de pegamento y marihuana es habitual, establecimos diversas estrategias para que puedan aprovechar los espacios en los que desarrollamos actividades. Un caso ejemplar se da en las colonias de verano, donde los chicos permanecen en continua actividad desde las 10 hasta las 18 horas. Tiempo en el que logran hacer deporte, participar de actividades en grupo y charlar de varios temas. Al respecto, uno de los principales objetivos que tienen los talleres que brindamos es ofrecerles espacios de aprendizaje, creatividad y expresión a partir de mostrarles distintas disciplinas artísticas que los estimulen hacia otras alternativas e impulsen su desarrollo personal.

ARTICULO PUBLICADO EN CLARIN

LOS MENORES Y EL DELITO : DUERMEN EN LA CALLE, USAN CUCHILLOS Y ASPIRAN PEGAMENTO
Preocupan a los vecinos los robos de bandas de chicos en Palermo
Tendrían entre 8 y 15 años. En los últimos días atacaron 8 locales en dos cuadras sobre la calle Bulnes, a pocos metros del shopping Alto Palermo. Según los comerciantes, a algunos de ellos los dirige una mujer.

Los comerciantes dicen que actúan en banda y que son chicos y chicas de entre 8 y 15 años. Cuentan que duermen en la calle, que viven aspirando pegamento mezclado con nafta y que en la mayoría de los casos usan cuchillos de cocina para amenazar a sus víctimas. También - aseguran- arrebatan carteras y alimentos. Algunos testigos explicaron que uno de los grupos es manejado por una mujer que a cambio les compra cigarrillos y drogas. En los últimos días atacaron ocho negocios en sólo dos cuadras. Todos están a menos de 100 metros del Alto Palermo.Por una seguidilla de robos a comercios de Palermo que se dieron a conocer esta semana, Clarín salió a recorrer la zona y la mayoría de los consultados dijeron que fueron víctimas de algún robo o intento de asalto. Muchos de estos negocios trabajan con las puertas cerradas y otros hasta modificaron el local por los arrebatos. Todos los comerciantes consultados están en Bulnes, entre Arenales y Güemes. La Policía dice que los robos son esporádicos y que no existe una banda organizada. "Pasan siempre con bolsitas con pegamento. Entran piden comida y si no les das algo se enojan y se quedan en la puerta esperando para manotear algo de la vidriera", explicó Rubén, el dueño de la panadería "Il Panino", ubicada en Bulnes 1982. El panadero cuenta que para que dejen de arrebatarle mercadería siempre se queda parado detrás de la vidriera y cuando hay pocos clientes trabaja con la puerta cerrada. "Hasta la mañana del domingo 9 de setiembre los robos eran menores. Pero ese día cinco ladrones, todos chiquitos, entraron al local. Uno tenía una pistola y apuntó a una empleada. Agarraron la plata de la caja y escaparon. Y la Policía siempre dice que no puede hacer nada", dice resignado. Es el único que relató un robo con arma de fuego.En la misma cuadra de la panadería hay una casa de lencería que tiene en la vereda varios canastos con ropa en oferta. Este negocio fue asaltado el martes. "Eran cuatro chicos con una navaja. El que me amenazó a mí tendría 9 años. Los conocemos porque están siempre en la puerta del Alto Palermo", recuerda María Laura, la empleada.Por ese robo el miércoles la Policía de la comisaría 21ª (tiene jurisdicción en la zona) detuvo a un nene de 8 años. "Me dijeron que este chiquito ya había tenido varias entradas a institutos. Pero siempre logró escapar", dice enojada María Laura a Clarín. En la vereda de enfrente casi llegando a Santa Fe hay una granja atendida por una mujer y cuatro jóvenes robustos. "Acá entran en banda con la intención de arrebatar algo del mostrador pero como son chiquitos se van enseguida porque les tienen miedo a los empleados" relata la encargada con cierto sarcasmo.Lo mismo que en la granja pasa en el kiosco de Bulnes al 2000. Ese negocio es atendido por dos jóvenes que en ocasiones tuvieron que sacar por la fuerza a chicos que intentaron robarlos.Hasta el mes pasado el maxikiosco de Santa Fe y Bulnes tenía un mostrador que sobresalía de la esquina. Pero por la cantidad de arrebatos sufridos los dueños tuvieron que modificar el local y ahora para comprar los clientes deben entrar al comercio. "Estos chicos vienen a comprarme cigarrillos, pero como yo no les vendo porque son todos menores de edad, mandan a una mujer que es mayor", explica resignado uno de los empleados del comercio.Testigos cuentan que hay una banda de chicos que es manejada por una mujer y durante el día se sienta sobre avenida Santa Fe a un costado de la puerta de la entrada al Alto Palermo."Esta mujer los manda a pedir, robar o arrebatar cosas de los negocios de la zona. Después ella les compra los cigarrillos y el pegamento con el que se drogan. Una de las 'banditas' está en Güemes y Bulnes. Otra en la estación de subte 'Bulnes' de la línea "D". Allí los chicos se esconden cuando los busca la Policía", indicó un comerciante que pidió no ser identificado.La farmacia de Santa Fe y Bulnes fue asaltada el jueves a la mañana. Allí entraron 12 chicos que con cuchillos de cocina amenazaron a los empleados y hasta le lastimaron el dedo a una mujer. Robaron el dinero de la caja y escaparon. Luego cuatro de ellos fueron detenidos."Dos de los chicos saltaron el mostrador. Estaban tan drogados que en un principio confundieron la impresora con la caja registradora. Tenían mucho olor a nafta. Cuando encontraron la plata se la empezaron a repartir adentro del local. Eran chiquitos de cuerpo, a tal punto que un policía tomó a uno de la remera y se le salió con mucha facilidad", detalló Hugo, el dueño.En Bulnes 2040 hay una dietética. Alejandra, la dueña, cuenta que dos veces por día vienen chicos a pedir y que tiene que estar atenta por los arrebatos. Ya la asaltaron dos veces."La última fue la más violenta. Eran tres. El más grande que tendría, 13 años, tomó una botella de licor, la partió por la mitad contra la caja y se la puso a una empleada en el cuello. Después escaparon con la plata", relata. "Son chicos que desde muy nenes están en la calle, no tienen dónde dormir y nadie los ayuda. Encima cuando se los llevan a los institutos en vez de educarlos los maltratan. Así como van las cosas, esto no tiene solución", dice.